Si algo hemos aprendido estos últimos meses es que no hay nada seguro ni inamovible. Lo que antes dábamos por sentado, las cañas con los amigos, las tardes de parque con los niños, el trabajo en la oficina… de la noche a la mañana se nos escapó de las manos dejándonos perplejos y confusos.
Pasada una primera etapa de asimilación, la peculiar situación que nos ha tocado vivir le ha servido a la mayoría para replantearse su forma de vivir. Especialmente en el ámbito laboral. ¿Merecen la pena el estrés y los sinsabores de un puesto mal pagado y poco reconocido? ¿Quieres seguir perdiendo cientos de horas cada año en atascos y/o transportes públicos para acabar llegando a casa sin ganas de nada más que tirarte en el sofá? ¿Estás dedicándote a algo que de verdad te llena, que te hace crecer y disfrutar? Si la respuesta a cualquier de estas tres preguntas es no, tienes que hacer algo al respecto. Si la respuesta es negativa para todas las cuestiones, tienes que hacerlo ya.
No va a ser fácil, claro que no. El miedo al cambio es una de las mayores anclas que existen. La incertidumbre por la situación actual, las cargas familiares y económicas que casi todos arrastramos, el temor a fracasar. Todos estos pesos llenan una mochila invisible que te impiden dar el primer paso, que siempre es el más complicado.
Pero, déjame que le dé la vuelta al enfoque y que te haga un par de preguntas más. ¿Hay algo que sepas hacer que te encante, que se te dé muy bien? Desde montar a caballo o instalar rocódromos en casa de tus amigos (tras haberlo hecho con éxito en la tuya), pasando por tener un jardín de revista en el que no se te muere ni un geranio. Cualquier habilidad puede ser el trampolín a través del que impulsar tu reconversión.
Y no creas que este tipo de cambios radicales van siempre acompañados del aura de glamour o romanticismo que muchos quieren impregnarles. A menudo no hace falta ser una experta en macramé para reconvertirte en una influencer de estilo de vida (ese proceso sería arduo y muy a largo plazo), pues el cambio puede venir por algo mucho más elemental. ¿Tienes carnet de conducir y te gusta hacerlo? ¿Por qué no pruebas a hacerte chófer? De taxi, de VTC o, si te animas a dar un paso más en tu nueva vida, prepárate para obtener la licencia de vehículos pesados e inicia tu carrera en una compañía de autobuses urbanos.
Ya ves que no es nada glamouroso, pero sí que puede ser un cambio práctico y eficiente y, lo más importante, a mejor.